Hoy quiero compartir con vosotros una entrevista que me ha tocado el alma. En esta nueva entrega de Palabreando con… me acompaña Celeste Lozano, una autora algecireña que debuta en la narrativa con una historia delicada, honesta y profundamente humana: Petra y el guiño del tuerto, publicada por la editorial El Desván de la Memoria.
Conocí a Celeste como escritura en el grupo Infusiónate hace ya muchos años, como colaboradora en medios, como lectora apasionada. Pero en esta conversación descubrí su otro rostro: el de escritora que se atreve a mirar de frente su memoria y transformarla en literatura. Su novela, estructurada en 43 fragmentos que saltan entre pasado y presente como quien cruza habitaciones dentro de una misma casa, nos lleva de la mano por un universo familiar lleno de silencios, herencias emocionales y mujeres que han sostenido el mundo sin hacer ruido.
Durante la entrevista hablamos del origen de la historia, de las heridas que impulsan a escribir, de Petra —ese personaje frágil y a la vez valiente que da título al libro— y de todos los personajes que la rodean, con sus luces y sombras. Conversamos también sobre maternidad, sobre la delicadeza del estilo narrativo de Celeste, sobre el papel del lenguaje en su escritura, y sobre esas otras Celestes que se cuelan entre líneas: la jurista, la lectora, la mujer que observa el mundo desde distintos ángulos.
Al cerrar la entrevista me quedé con la sensación de haber escuchado una voz literaria que no viene desde la pose, sino desde la vida. Una escritora que no necesita alzar la voz para emocionar, y que nos entrega una primera novela que ya nos deja con ganas de la siguiente.
Petra y el guiño del tuerto no es solo un libro. Es una reconciliación con lo vivido, una trenza de ternura, una búsqueda de sentido entre las ruinas y los recuerdos. Os invito a leerlo… y, por supuesto, a ver la entrevista.
Aquí podéis disfrutarla completa:
Gracias, Celeste, por tu generosidad y tu luz.
Y a vosotros, palabreadores, por seguir acompañándome en este rincón donde las palabras no caducan, solo se transforman.
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