La voz activa: un músculo que da vida a la narración
La voz pasiva puede servir en el periodismo, cuando importa más el hecho que la persona que lo ejecuta:
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Ejemplo periodístico: “La ley fue aprobada ayer en el Congreso”.
Aquí lo importante es la ley, no quién la aprobó.
Pero en la novela, en la narración viva, la voz pasiva mata la fuerza de la frase. Aplasta la acción. Le corta las alas al verbo.
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Ejemplo en pasiva (tímida, fría):
“El beso fue recibido por Clara en medio de la tormenta”. -
Ejemplo en activa (viva, potente):
“Clara recibió el beso en medio de la tormenta”.
¿Notas la diferencia? En la activa sentimos la acción directa, Clara está presente, respira. En la pasiva parece que alguien la ha colocado como un maniquí frente al verbo.
Otro ejemplo:
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Pasiva: “El cuchillo fue clavado en la madera por él”.
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Activa: “Él clavó el cuchillo en la madera”.
La segunda no solo es más breve, también es más contundente.
Consejo: cuando escribas, revisa tus frases y pregúntate: ¿Quién hace la acción? ¿Estoy escondiéndolo detrás de un “fue” o un “era”? Si es así, dale la vuelta y deja que tus personajes actúen.
La voz activa no es solo gramática: es ritmo, es respiración, es valentía. Escribir en activa es escribir sin miedo.