LEE LOS POEMAS Y LOS RELATOS PREMIADOS DEL VI Y III CONCURSO PUERTO SOTOGRANDE

El pasado 11 de octubre, la Torre de Control del Puerto Sotogrande fue el escenario de la entrega de premios del VI Concurso de Poesía y III de Relatos, en un acto que congregó a un nutrido grupo de escritores, jurado y asistentes.

El evento, está organizado por Palabreando, taller de escritura en colaboración con Puerto Sotogrande,

El jurado, ha estado compuesto por figuras literarias de renombre, entre ellos Juan Emilio Ríos, Eduardo Sáenz de VaronaCarmen Sánchez Melgar, Mª Ángeles Chozas y Natalia Angulo y Nuria Ruiz Fdez. como presidenta del mismo,  evaluó un gran número de obras, subrayando la calidad y diversidad de las mismas. 

La noticia completa con fotos y vídeos del evento en: https://culturaenabierto.com/2024/10/13/creatividad-literaria-con-la-entrega-de-premios-del-vi-concurso-de-poesia-y-iii-de-relatos-de-puerto-sotogrande/


En poesía, el primer premio fue para Mª Mercedes Sánchez Pérez, de San Roque.

BIOGRAFÍA: Sanroqueña, nacida en los sesentas, vivió su infancia  y adolescencia en este querido pueblo, y sus calles y Alameda la vieron crecer en el seno de una familia muy vinculada a la Ermita de San Roque.

Al terminar COU, ya en la Democracia,  se diplomó como programadora y Analista de Sistemas Informático, estudios pioneros  que le dio la oportunidad de trabajar como programadora durante más de una década, informatizando empresas del campo de Gibraltar y costa del Sol.

En la década de los 90 hasta el 2000 se dedicó profesionalmente  al negocio familiar de venta y mantenimiento de equipo informáticos y reprografía , y ya en el 2001 ejerció como monitora de Informática  de la Universidad Popular, durante más de 9 años. Una experiencia que le inspiró inquietudes sociales, amor por la docencia y una gran cantidad de amigos y un enamoramiento sin igual por el proyecto de las Universidades Populares,  con su aprendizaje a lo largo de toda la vida,  ocio de calidad y el arte como expresión y terapia.

Todo ello le llevó a graduarse por la UNED como Educadora Social y además le dio una magnífica oportunidad de vivir una experiencia política como teniente de alcalde de las delegaciones de Empleo, Bienestar Social e Igualdad, Educación y Universidad Popular, siendo Alcalde D. Juan Carlos Ruiz Boix, PSOE a quien agradece esta oportunidad. Una vivencia muy enriquecedora, a la vez que dura y dolorosa, con mucho trabajo y poco presupuesto, en la legislatura 2011-2015 en los que la crisis económica afectó profundamente a muchas familias a las que había que ayudar, pero  y a pesar de todo, se hizo una buena gestión.

En cuanto a momentos memorables de su vida profesional y social señala el momentos de jurar el cargo como concejal de su querido pueblo San Roque. Recuerda también siempre con mucho cariño su actuación con el grupo municipal Albarracín en el festival de los Pueblos del Mundo, bailando el fandango de San Roque, la joya de nuestro folklore,  representando a Andalucía junto a otras nacionalidades (Paraguay , Rusia… etc) en el teatro Romano de Mérida un enclave sin igual,  de la mano de la querida Chari Espresati. Destacar otro momento muy emotivo como lo fue la oportunidad de ser la pregonera de la Semana Santa  2005 por la vinculación familiar a las cofradías y la afición por la fotografía cofrade. Y por último Compartir mesa con Margarita García en el acto institucional del 8 de marzo de 2022 día de la mujer, en San Roque, con la conferencia "Mujer, Igualdad, Feminismo,   lo vivido y lo soñado"

En la actualidad regenta un pequeño comercio de artesanía y regalo y preside la Asociación denominada “Espacio Cultural Nueva,63” para promover todas las facetas del arte, la cultura y la educación…. Por su gran variedad de eventos, de presentaciones literaria, danza, conciertos, exposiciones, homenajes, coleccionismo, han pasado una gran numero de artista, profesionales y amateur. Estos han sido el deleite del numeroso público al que se suman colegios e instituto, que acuden a las inauguraciones y a exposiciones, dando sentido y apoyo a estos proyectos culturales para promocionar la cultura, el arte y a los artistas, y seguir generando  proyectos ilusionantes  para el futuro próximo  de la mano de todos los amigos artistas o no, que se suman a este proyecto y que son los que lo hacen posible, a quien agradece su apoyo de corazón.  Y todo ello  dando vida a su gran pasión como es  el activismo cultural, la lucha por la Igualdad y  la Justicia Social.

Título del poema: Marina

Marina.

Hoy me siento marinero ilusionado.

 Y desde tierra,

 asomado  a la baranda de mis ojos,

atisbo el horizonte imaginado.

Allí donde las musas generosas,

 tu nombre me susurraron.

Marina.

Eres

Ese mar que me acaricia,

en días atormentados

Ese mar de la existencia,

Suave, cálido

Frío y bravo

 Marina.

Navegando por la vida

Siempre te siento a mi lado.

Marina

Ese puerto al que volver

El puerto de tus abrazos

El puerto de tus anhelos

El puerto de mi descanso

 Marina.

Mi sueño

Mi mar conquistado

Marina

Mi vida, mi amor

Sólo soy

Polizonte enamorado

Anclado en tu corazón

Y en  mi pecho tatuado.

Marina


Segundo premio de poesía para María Coronada Jiménez Muñoz de San Roque.

BIOGRAFÍA: Nací en San Roque , en agosto de 1972. Cursé mis estudios en el colegio Sta. María Coronada y luego en el instituto José Cadalso  también  en San Roque  para trasladarme posteriormente a Cádiz donde me licencié en Filosofía y Letras con la especialidad de Filología Hispańica . 

Durante años me he dedicado a la enseñanza en El Colegio Los Pinos de  Algeciras y en el Acuartelamiento Buenavista preparando a militares profesionales para su ingreso en la academia como profesora de Lengua y Literatura. También he tenido muchos alumnos a los que ayudaba de forma particular durante años.

Desde 2004 trabajo en el Ayuntamiento de San Roque en el que hoy en día desempeño mi actividad profesional como empleada pública.

Desde pequeña escribo porque desde pequeña leo, afición que inculcó mi madre como una prioridad absoluta  y que luego se ha convertido en parte de mi vida.

Hasta hace nada  mis textos no han visto la luz. Todo mi círculo íntimo sabía de mi gusto por la escritura,  pero me faltaba  el valor de enseñarlos. Animada por los míos y viendo que ese pudor no  me aportaba nada sabiendo que afortunadamente la edad sirve para perder temores innecesarios, decidí presentarme a varios concursos de microrrelatos y otros de poesía como es el caso de este 

En algunos me seleccionaron hasta que desde la editorial Diversidad Literaria me propusieron participar en una antología llamada “Encuentros Clandestinos” auspiciada por mecenas, gracias a los cuales resulté ganadora del proyecto  de Crowfounding,

Desde la misma editorial me han dado la posibilidad de  publicación  de un libro, en el que estoy trabajando actualmente  y se publicará, si todo sale bien,  dentro de pocos meses.

Escribo  por una  necesidad íntima que he tenido desde que tengo conciencia de las cosas  y porque escribir, en definitiva, me hace sentir libre.

  Título del poema: El Mar Muerto

I

Todos los días hay alguien que inaugura

su paraíso y lo expone como un triunfo.

Todos los días existe ese mar:

un telón azul, o gris, o verde: frío,

del que alguien se adueña,

hasta convertirse en un ocaso caliente.

Cuando la arena emborriza los sentidos,

todo es más tenue, más liviano.

Hay menos luz ya. Pero hay un segundo

envolvente: rojizo, amarillo, casi rosa

que penetra en la piel.

Y llega la oscuridad: un bálsamo,

 agua estancada que quiero retener.

Y meterme un segundo,

prestado, de colecciones ajenas,

de playas limitadas,

de barcos de papel,

como cáscaras de nuez,

de restos de luces,

de montañas moradas satinadas,

en el atardecer deseado

en ese mar inventado.

II

Tenías una raya debajo de los ojos,

cuando me escuchabas, como ausente.

Yo ayer vi otra raya, en el agua,

cuando te pensaba.

Por encima de la mañana y del mar,

en una excursión de otoño,

cuando el mar está más brillante porque se apaga.

Me gusta que desees mi deseo,

aunque yo no sea nada,

ni siquiera una raya en la arena

de esas que el mar se lleva,

como si nada. 

III

Es el final del principio del otoño.

Octubre que se busca

acoplándose al viento,

a los eucaliptos

que huelen al pasado,

en un lugar que parece el desierto.

El mar sin playa ya.

Sin niños, sin sol enorme.

No hay horas, no hay tiempo.

No hay arena dorada.

Y casi me muero en silencio,

si no creo que detrás de ese mar,

estás tú que navegas por dentro.


Tercer premio de poesía para Mª Dolores García García de Palencia.


BIOGRAFÍA: Nací en un pequeño pueblo de la provincia de Palencia. Cuando tenía siete meses, mis padres se trasladaron a vivir al País Vasco. Cursé la carrera de Filología Hispánica en la Universidad de Deusto.

Con veintisiete años, aprobé las oposiciones de enseñanza secundaria en la asignatura de lengua y literatura en Andalucía y he ejercido como profesora de Instituto en distintos lugares de esta comunidad hasta mi reciente jubilación.
Gané el primer premio en un concurso organizado por el Instituto Cultural Francés con un poema escrito en dicha lengua y alterno el ejercicio de la creatividad literaria con otras aficiones como la cerámica, la lectura o el senderismo.
Actualmente resido en Sevilla pero paso temporadas en París y en Barcelona, donde viven dos de mis hijas.
Siento una gran atracción por el mar  ya que ha sido siempre un referente en mi vida y me hace conectar con la naturaleza.

Título del poema: Calma

En el puerto,

los barcos se mecen embriagados de mar.

Al atardecer, intuyo sus vacilaciones, difumino vagamente sus perfiles.

Cae el sol y las gaviotas, como relieves egipcios petrificados,

se adueñan de la playa

y, poseídas por un resorte roto, picotean desaforadas en la arena.

La brisa refresca mi piel. Me reconforta.

Extiendo la toalla muy cerquita de la orilla,

junto a las olas que, adormecidas, bailan al ritmo de un vaivén suave e infinito.

Me dejo llevar;

quiero acompasarme a ellas

y a veces lo consigo, pero otras veces, tropiezo o me tambaleo entre la espuma

y me hago daño,

pero las gaviotas hacen como que no me ven.

 “Cuánta paz”, suspiro:

los barcos, la brisa, el sol, las olas, la arena, un  cielo azul diáfano,

la espuma, 

la sal.

Todos.

Todos bostezan al unísono en una coral armónica y perfecta.

Cierro mi sombrilla,(“ya no me hace falta”)

y, paralela al filo del horizonte,

me voy quedando dormida.

“Cuánta calma”, susurro,

mientras me abandono en la arena,

que como una experimentada escultora,

va moldeando mi cuerpo a su imagen y semejanza.

“Todo está bien”, me digo

Al atardecer, desde el puerto, 

me van llegando lejanas melodías de sirenas,

“pero las gaviotas hacen como que no las oyen”.


Accésit de poesía para Eugenio Barriola Armida de Cádiz.

BIOGRAFÍA: Nacido en Cádiz, en 1959. Profesional de las Artes Gráficas.

Participante en cursos y talleres literarios de poesía, poesía japonesa, relato corto y microrrelatos.

Algunos premios de poesía y prosa de ámbito provincial. Entre ellos el 2º Premio del V Concurso de Poesía Puerto de Sotogrande 2023

Un libro publicado de poesía llamado “Litoral de Tinta”

Colectivos ArstPoética I y II Fundación Cajasol.   

Colectivo X Congreso Poetas de Ahora                                                                         

Colaborador de varias tertulias literarias, como Tertulia Puerta Abierta, El ventanal, Ateneo Gaditano y Club de letras de la Universidad de Cádiz.

Publicaciones periódicas en varias revistas literarias. (Speculum UCA – Azotea.0     –Tántalo – Desde mi Azotea – Cuadernos Literarios del Ateneo).

Título del poema: Ida y Vuelta

DE IDA
  
Volveré, antes que me venza la tormenta,
antes que las cuadernas resuman la brea,
o que mi quilla zozobre en un bajío desconocido.
Habré conquistado el mundo para ti y,
enterrado, miles de planos en las playas.
Traeré amargos tesoros por tu ausencia y,
un motín de pólvora mojada en los pulmones.
Traeré en los labios la sequedad que el ron regala,
espérame, reina india de las siete tribus sagradas,
que mi piel cuarteada te sirva de abrigo,
que mi pecho tatuado te sirva de nueva biblia,
que mis manos borrachas de maromas te sostengan.
Volveré, antes que en la corte azul de las sirenas
me condenen al destierro de las galernas,
al infinito de vivir en tu ausencia.
  
Y VUELTA
 
Mí capitán, no mi capitán, mi corazón
no quiere tesoros ni planos escondidos.
En tu húmeda morada guardes la fe cierta,
que en mi selva no caben venturas,
salvo aquella que da la vida o las dudas del día.
Mí capitán, sí mi capitán, recuerdo la última vez
que me prometiste el mundo,
que dijiste lo traerías a remolque de una ola roja.
Ahora escucho el silencio, en un seco desierto,
en que siquiera, el canto un grillo, pasaría desapercibido,
porque tú estarás al otro lado del mar,
en ese lado del mar sagrado de praderas sumergidas
cuando brotarán las tres flores, esas que se enredaron
en las grietas de mi vientre: la ilusión, tu sangre y la mía.
Si otra vez dices: “Mi rosa del Sur”,
si otra vez dices: “Mi reina del Pacífico”,
lo escribiré en las cortezas de los árboles del olvido y,
si tienes que perecer, no importa en tierra o mar, al menos
vivirá aquel nuevo grano y será venerado por las siete tribus.
Todo aquel que ame que no tome esa nave,
que no tome esa nave, que se retire del mundo,
que, con los párpados entornados,
desprecie las palabras que ensucian el viejo mar
enloquecido por los vientos desolados.
Y si largo es este quejido, 
es porque largo siempre es el quejido del que ladra o ama.


En cuanto a los relatos, el primer premio lo obtuvo Juan Carlos Pérez López, de Bormujos, Sevilla.

BIOGRAFÍA: Mi nombre es Juan Carlos Pérez López.

Soy de Torreperogil (Jaén), pueblo del que salí cuando apenas tenía nueve años. Ahora resido en Bormujos (Sevilla), pero ni un solo momento de mi vida he dejado de sentirme torreperoxileño por los cuatro costados, aunque me siento plenamente integrado en mi tierra de adopción. 

Tengo publicadas varias novelas: “Noches de ramblas”, “Tres tumbas para un soldado” “Un desfile de sables” “El misionero laico”, y “El bosque de la memoria”, la última que ha visto la luz y que ha sido publicada por la Fundación Alberto Jiménez Becerril como ganadora del XIII Concurso Creadores por la Paz en la modalidad de novela corta. Asimismo, tengo varias antologías personales de relatos publicadas: “Un racimo de premios” “Relatos a la luz de la Torre Oscura” “Encuentros por una Navidad Solidaria”, y muchos de mis relatos han sido recogidos en decenas de antologías corales.

Mi obra de teatro “Un ratico en la pelu” fue puesta en escena por sendas agrupaciones de teatro de mujeres de Porcuna y Doña Mencía.

Entre los más de doscientos diez premios nacionales e internacionales de relatos destaco algunos de ellos:

- Primer Premio en la modalidad de Poesía del XIII Certamen de Poesía y Relato Castillo de Cortegana (Huelva) con la obra titulada “Intervalos”.

- Primer Premio del Certamen Nacional de Relato Corto Fundación Villa de Pedraza (Segovia) con la obra titulada “La maleta de papá”.

- Accésit del X Certamen de Poesía y Cuentos de Navidad Ciudad de Melilla 2009 con la obra titulada “Una carta de Reyes en la telaraña del tiempo”.

- Primer Premio del XXIV Certamen Internacional Álvarez Tendero, de Arjona (Jaén) con la obra titulada “El silbato del tren”.

- Primer Premio del 47 Certamen Cuentos de Navidad “Gloria Fuertes de Elche” con la obra titulada “Un zapatero muy especial”.

- Primer Premio Certamen Internacional de Relato Villa de Montefrío (Granada) con la obra “Maestro o el guardián de la biblioteca de los libros perdidos”.

- Primer Premio del Certamen Internacional de Relato Leopoldo Lasala (Zaragoza) con la obra titulada “El taquillón”.

- Primer Premio del VI Certamen Internacional de Relato “Pablo Olavide” de La Luisiana (Sevilla) por mi obra “Hágase tu voluntad (o El bailarín de los Oxford Full-Grobe)”.

 Título del relato: Retorno a El Berbés             

Valladolid, 23 de agosto de 1916.

Su vida va extinguiéndose como la llama de una vela, la palmatoria amortajada por la calidez de la cera derretida. Lleva varias horas sumido en una soporífera y abisal inconsciencia, como un barco atracado en un muelle abandonado.

Todos presienten cercano un inminente y fatal desenlace. Por ello, ningún familiar abandona la habitación, que está inundada por el murmullo de los rezos, que parece formar una marejada litúrgica en la que el hombre se siente un naufrago que, apenas con un hilo de vida y carente de fuerzas, es arrastrado muy lejos de su lecho de muerte… 

Vigo, primera mitad del siglo XIX.

El hombre es zarandeado por un espasmo cuando el agua fría del cantábrico envuelve sus pies desnudos. Observa sus manos, ahora carentes de la pátina de manchas que el paso del tiempo abandonó sobre ellas. Toca su cara, la piel suave y tersa por ensalmo. Encara el horizonte, allá donde se hermanan cielo y mar. La brisa está cargada de un helor que le reaviva los sentidos. El rosicler disemina una luz imprecisa y borrascosa sobre la apaciguada lámina refulgente del océano, bruñendo las aguas con un tornasol malva. Súbito, se levanta un vendaval que enmaraña sus cabellos. El viento aúlla como un lobo herido sobre los restos apocalípticos del portentoso cinturón de piedra que otrora mantuvo a Vigo a salvo de los ataques de corsarios como Drake, aunque también de las flotas militares extranjeras y de las avanzadillas terrestres del ejército portugués. La que en su día fue levantada como una fortaleza inexpugnable, ahora se muestra ante los ojos de Serafín como un bastión derruido en el que antaño él y sus amigos se inventaron como protagonistas de heroicas batallas, durante su infancia ellos responsables únicos del hundimiento de la ingente armada de galeones que quedó reducida a una flota enemiga de pecios que, tras la cruenta batalla de Rande, acaecida el 23 de octubre de 1702, yace diseminada en las profundidades de la entrada de la ría de Vigo. Sonríe Serafín al creerse un marino inmortal que ha sobrevivido a todas las batallas que la vida le ha planteado, ahora inmerso en la definitiva.

El silbo melancólico del aire húmedo pregona una letanía de augurios de helor súbito por las calles limítrofes al lugar donde se encuentra el hombre. La maresía, que llega en oleadas fantasmagóricas de ultramar, se extiende como una metástasis por los arenales y por el puerto. Ráfagas aguanosas y salitres lamen el muelle de cabo a punta, y parecen cortejar un ciclópeo y solitario noray que ha sobrevivido a cuantas galernas osaron atacarlo con su bravío oleaje. Una mano invisible parece acunar con mansedumbre las barcas del fondeadero. Serafín respira hondo. Se siente feliz regresando a El Berbés que conoció durante su infancia, un barrio extramuros de Vigo donde, desde tiempos inmemoriales, sus vecinos viven exclusivamente de la pesca, principal actividad económica de la ciudad.

La marea ha retrocedido. Sobre la arena, las embarcaciones, las nasas y las cestas de mimbre parecen estar esparcidas al igual que lo están las conchas de los moluscos que desprecia la mar. El aspecto del cielo, pintarrajeado por desgarrones plomizos, barrunta tormenta. El Atlántico no dudará en mostrar su oceánica acritud a los pescadores que osen echar las redes a sus entrañas. La sacrificada vida de cuantos faenan en la mar, y de cuantos velan su regreso, se enlentecerá hasta límites insoportables, abrumados por la luz del cielo, que desfallecerá de manera urgente para luego espejar de manera apesadumbrada no solo en las crestas del oleaje que levanta la mar arbolada, sino también en el pavimento de las calles, y terminará cubriendo el horizonte, y a la misma ciudad de Vigo, con un tabardo de grisácea melancólica.

Sin dudarlo un segundo, Serafín decide “perderse” por Vigo. Disfruta sobremanera redescubriendo la ciudad, como si anduviese por ella por vez primera y cogido de la mano de sus padres: la calle Alta, Peligros, San Julián… Las plazas de Pescadores o el Peñasco... Le cautivaba esa larga caminata a primera hora de la mañana, adentrado en el laberíntico entramado de callejas estrechas y empinadas que dan forma al barrio de El Berbés, también conocido como de la Ribera. Se cruza con mujeres que llevan sobre sus cabezas patelas fabricadas con tiras de castañero, y que van colmadas de sardinas, besugos, rapes, xoubas y todo tipo de mariscos… Frutos de la mar con los que surten los puestos ambulantes de pescado de las plazas y las cocinas de las fondas. Anega sus pulmones el aroma del mar que, entre aquellas estrechas calles, se mixtura sin remedio con la fragancia de las casas recién encaladas. Sin reconocer a nadie, no deja de saludar a la gente en todo momento. Sin saber por qué, todo el mundo se acerca a estrecharle la mano; dar un solo paso supone una verdadera proeza.

Después del largo paseo, Serafín descansa sentado en la playa, la espalda apoyada en la amura de una barcaza. Usando un trozo de una caña, realiza un precioso dibujo sobre la húmeda arena. Le parece escuchar las inconfundibles notas de “La Traviata”. Levanta la cabeza. Se pone en pie. Se coloca la mano en la frente, a modo de visera. Como un vigía a pie firme en la cofa del palo mayor, a lo lejos descubre un nutrido grupo de personas. Alguien le hace gestos, como invitándolo a que se una a ellos. Serafín lo reconoce sin duda: es su amigo Giuseppe Verdi, el gran compositor italiano, con quien trabó una sincera amistad durante su larga y fructífera estancia en Italia. A su lado se encuentra el pintor realista, y maestro que fue de él, Carlos Haes. Serafín Avendaño corre a su encuentro, para fundirse con ellos en un abrazo eterno… 

La consternación se extiende como una mácula de duelo por la habitación donde acaba de fallecer el vigués, y gran pintor paisajista, Serafín Avendaño.


El accésit de relatos lo obtuvo Ricardo Cano García, de Zaragoza.

BIOGRAFÍA: Ricardo Cano García nació en Gijón (Asturias) en 1964. Creció en Madrid y recorrió España, Estados Unidos y Noruega, para acabar estableciéndose en Zaragoza, donde vive con su mujer.

Coqueteó con la psicología, la informática y los idiomas, hasta acabar descubriendo el placer de la escritura.

Si bien su monografía «Uso Militar del Espacio» recibió el Premio Defensa a trabajos de Estudio e Investigación en el año 2001, su actividad propiamente literaria no se inició hasta dos décadas después. Sus primeros éxitos lo animaron a continuar escribiendo, y a día de hoy son diecinueve los reconocimientos conseguidos en el campo de la narración breve, entre los que figuran los primeros premios del Concurso de Cuentos Villa de Errentería (2021), el Certamen de Narraciones Breves «Hermanos Caba» (2022), el Concurso de Relatos Cortos «Asociación San Francisco de Sales de Hipoacúsicos» (2023) y el Concurso Internacional de Relato Corto «Elena Soriano» (2024).

 Título del relato: A tu amor se lo tragará el mar

«A tu amor se lo tragará el mar». Es todo lo que caló en mi memoria. La echadora de cartas se anunciaba como vidente y tarotista, y sus augurios incluyeron viajes, hijos y buenaventuras varias. Pero todas sus palabras fueron sepultadas por tan lapidaria frase.

A tu amor se lo tragará el mar. Y nada importaba que ese mar junto al que vivía fingiera sosiego e indiferencia, porque bien sabía yo que el mar océano, cuando se enoja, muta en un ser poderoso contra el que nada pueden los hombres, ni las naves, ni la pasión.

Pero no iba a ponérselo fácil al destino, y por ello juré nunca enamorarme de un hombre de mar, porque nadie podría robarme aquello a lo que yo renunciaba, y porque aún vivía en mi memoria el recuerdo de los cuatro tripulantes del Pequeño Abel, atrapados por un Leviatán que jugó con ellos durante horas para acabar arrojándolos contra los arrecifes. Y porque «a tu amor se lo tragará el mar», a quien los suspiros saben a naufragio y que en nada estima la vida de las efímeras criaturas que profanan sus dominios.

Huir no era una opción. No abandonaría la tierra que me vio nacer, ni la playa que conoció mis primeros pasos. No lo hicieron las viudas del Pequeño Abel y no lo haría yo, que ni siquiera aspiraba a alcanzar la noble condición de viudedad, condenándome en su lugar a la mucho más vulgar de soltería. ¿Cómo decir adiós a ese amante que nunca se cansó de besar mis pies? A los tesoros que la resaca descubría para mí. A las mañanas de bruma y de misterio, los cielos incendiados de esperanzas y las noches preñadas de anhelos. El mar era un brujo que me seducía con su voz de magia y salitre. Cada rincón de esa costa –el puerto de pescadores, la Marina, la playa– estaba tejido en el tapiz de mi vida, y alejarme de ella sería como arrancarme el alma. No podía renunciar a mi trabajo en la Marina, pero sí podía buscar la soledad ofreciéndome para cubrir el turno de noche. Y así, apartada de la gente y vacío mi corazón de sueños de amor verdadero, me refugié en mi hogar. La casa de la playa. La casa desde la que veía, escuchaba y sentía el mar. La casa que mi abuelo levantó con sus propias manos y que hundía sus cimientos en la arena. La ley de costas nunca habría permitido una vivienda que se acercaba con tanta insolencia al agua, pero en aquella época faltaban muchos años para que alguien se planteara poner orden en el litoral. Pequeña, recoleta y abrazada por el mar, era la casa ideal para mí. Hice de ella el templo de mis sueños, custodio de recuerdos y báculo en mis noches de soledad. Y así quedé atrapada entre una casa y un trabajo que me anclaban a esta tierra y una escollera nacida de miedos ancestrales y cimentada sobre historias de naufragios que blindaba mi corazón, forzándome a sofocar pasiones, desoír promesas de amor y rechazar proyectos de vida en común. Y con cada rechazo mi criterio se hacía más firme, y más profundo mi pesar.

La muerte siguió visitando el pueblo como siempre lo había hecho, desprovista de criterio, aunque nunca el mar exigió nuevas presas. Y un día descubrí que en mi empeño por escapar del vaticinio de la pitonisa había renunciado a esos viajes, hijos y buenaventuras que el demiurgo me tenía reservados, y mi mundo había quedado reducido a mis paseos por la arena, mis horas contemplando el mar y mi casa. La casa de la playa. La casa que gustaba de recibir la caricia de las olas, que contaba historias de hombres valientes y que era mi refugio, mi bastión y mi consuelo. Y tuve miedo del abrazo de la soledad y de un futuro frío y gris. Y lloré. Lloré por las oportunidades perdidas, por la tripulación del Pequeño Abel y por una vida truncada por unas cartas ungidas de infortunio que alguien puso ante mí.

Pero nadie puede burlar al destino. La ola surgió en el horizonte, nacida de las entrañas del océano. Fuerzas que escapan a la imaginación levantaron un muro de agua y lo empujaron contra la costa con el poder destructor de mil mareas. El malecón protegía la Marina y el puerto de pescadores, pero nada había que diera resguardo a la playa. El mar entró en ella reclamando lo que era suyo, arrancando la casa de sus cimientos… y llevándosela con él.

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