La lluvia no dio tregua aquella tarde del 28 de octubre, pero ni el cielo gris ni los paraguas cerraron el paso a la magia que se vivió en AlCultura, en Algeciras.
Fue el final de una hermosa ruta literaria por Andalucía, y tuve el honor de invitar a Algeciras y presentar a José Luis Muñoz y Lluna Vicens, dos autores a los que admiro profundamente, no solo por su obra, sino por la pasión que ponen en cada palabra.
Desde el inicio sentí que la tarde tenía algo especial. Afuera, el rumor de la lluvia; dentro, el murmullo cálido de los lectores que se acercaron, algunos amigos del mundo de las letras de la comarca, escritores, curiosos, cómplices. La librería Bahía de Letras se sumó como colaboradora del acto, y el cantautor Manolo Báez nos regaló su música: canciones que parecían escritas para acompañar las historias que íbamos a contar. Y Juan Moya con cámara en mano recogió el momento.
Cuando di la bienvenida, miré al público y vi rostros expectantes, miradas encendidas por la curiosidad. Es lo que más me gusta de estas presentaciones: ese instante en que los libros aún son misterio, y de pronto comienzan a desplegar sus alas.
José Luis Muñoz, con su energía de narrador veterano, habló de Los 39. Guanahaní, una novela que revive el viaje de 1492 desde una mirada crítica y profundamente humana y que próximamente se emitirá la serie en TV1. También nos adelantó pinceladas de Monrovia, una obra marcada por la violencia, la memoria y la herida social, con esa intensidad que siempre imprime en su escritura.
Aquí el tráiler de Los 39:
Lluna Vicens, por su parte, presentó Los cuentos del lado oscuro de la luna, un libro que me fascinó desde el título. En él se adentra en el género negro sin perder su voz poética, tan íntima, tan suya. Escucharla hablar de su proceso creativo fue como asomarse a un universo donde la oscuridad se transforma en belleza.
Entre ambos fluyó una conversación natural, llena de complicidad y humor. Se presentaron mutuamente, compartieron anécdotas, confesaron miedos y entusiasmos. Hubo momentos de reflexión, carcajadas y alguna emoción que se escapó entre líneas.
Cuando el diálogo terminó, agradecí a todos los que habían hecho posible esa tarde: a Bahía de Letras, a Manolo Báez, al equipo de AlCultura, y sobre todo al público, que resistió la lluvia con una sonrisa y un libro en la mano.
El encuentro terminó con abrazos, fotos, firmas y esa charla que se alarga cuando nadie quiere marcharse. La lluvia seguía cayendo afuera, pero dentro todo era calidez, literatura y amistad.
Esa noche confirmé una vez más por qué amo estos encuentros: porque la literatura no solo se lee, se comparte. Y cuando los libros se abren, hasta la lluvia suena mejor.
Video del evento aquí:

