los rayos abrían
heridas en mi carne.
¡Cuánta sangre!
¡Cuánta lágrima perdida marchita!
Huir, solo huir
gritaba mi cabeza.
Cobijo, solo cobijarme en una esquina,
una idea, una palabra.
Tanto dolor cabe
en un segundo.
El tiempo se
paró riendo de mi suerte.
Y el miedo entró por mi pasillo.
Miré: nadie, nadie,
solo tú
gritándome en la oreja.
Y pensé que el amor se burla de los fuertes.
Adrian Van Loon
Un beso
Me mirabas con tanta fuerza,
tan fuerte, que me dejaste “paralizado”.
No me podía mover atraído por tus ojos,
ojos que querían decir mucho.
Pero ese "mucho" no llegaba.
No. No
Porque yo solo quería darte un beso de saludo.
No más.
Un beso que es tan normal.
Un beso de “hola” o buenos días
O de buenas noches o adiós.
Y solo de amistad. Y de respeto
Un beso tan normal. ¡Tan normal!
Es normal para otras
aunque no para ti. No.
De golpe, dabas la vuelta,
dejándome de nuevo “paralizado”.
Me sentía avergonzado,
porque no tuve ninguna mala intención.
Y de pronto me llené de recuerdos.
Recuerdos de muchas otras mujeres.
Buenas amigas y colegas conocidas,
afectadas por mal trato y brutal violencia,
por sus novio o maridos o cualquier otra bestia,
dejándolas fuera de esta tierra
De esta tierra para siempre...
En memoria y honor de las buenas amigas que he perdido.
Y todas las otras mujeres fallecidos por maltrato de género.
Y todas que lo sufren cada día.
RELATOS
Elena Novoa
Un "amor" que me aleja de mí no merece llamarse amor.
En el "amor" existen "normas no escritas" que las mujeres asumimos como nuestras, como parte de unos "deberes" impuestos a través del tiempo para ser una buena novia/pareja/esposa/madre/santa o perra. Nadie nos las explica, simplemente las observamos.
Complacer, servir, "ayudar"," amar",
callar, sobrellevar, reprimir, temer, ceder ; son algunos verbos que se clavan
en el pecho y que ahogan el llanto en la garganta.
El disimulo se transforma en una máscara que instalamos
cada mañana para que nadie pueda descifrar nuestra alma. Nos percibimos como seres extraños cuando nos miramos a un
espejo feroz y lastimoso, que nos dice como estamos realmente. Sentimientos como la culpa, que nada en un mar angosto, quebrando
nuestra esencia y despojándonos de todo lo que un día fuimos.
El miedo, la ansiedad y la depresión, la triada perfecta
que nos acompañan, circulan de la mano transitando un camino al que llamamos
"amor".
El "amor" no todo lo puede. Y si me aleja de mi
misma no es amor.
Un "amor" vehemente que malquiere, que nos hace
lamernos las heridas sobre un asfalto frío, para continuar corriendo,
escondiéndonos y temiendo.
Un "amor" que vilmente mancilla el nombre del
verdadero amor, en el más amplio sentido de la palabra, el que se sabe
camarada, respetado, amado, pero sobre todo Libre por encima de todas las
cosas.
Nos enamoramos de la idea del "amor", cuando "esa palabra" se escribe más allá del amor romántico. El amor tóxico
que nos reduce a la mínima ecuación, llegando a desaparecer. Cuando la realidad nos aprieta el cuello para recordarnos
que debemos huir de allí, recoger nuestro valor del suelo, recoger nuestras
alas y alzar el vuelo sin volver a mirar atrás.
Un "amor" que me aleja de mí no merece llamarse amor.
Carmen Galet Macedo
Del laberinto al treinta
Ahora
comprendo por qué no tenías tiempo para mí, siempre tan
ocupado. A decir
verdad, no entendía el porqué, ni una sola vez
fuiste capaz de sincerarte, de
contar todo aquello que llevabas
dentro de ti. Tampoco conseguimos intimar, cuando
me abría a ti, no escuchabas. Estabas ajeno, con el pensamiento en otra parte,
y tú, ni siquiera hiciste un intento de aproximación. Supongo que yo te importaba tan poco, como cualquier otra persona, como tantas que despiertan tu curiosidad por un tiempo, y después te terminan hastiando. Claro, que la
diferencia entre ellas y yo no era sutil, con ellas fantaseabas unos pocos
meses, después la curiosidad se te dormía. Conmigo llevabas la carga de 29 años
de convivencia y dos hijos en común. Ya no querías participar en ningún juego
conmigo, decías que te aburrían. Excepto el juego de la oca. Te las ingeniabas
para transformar la suerte siempre a tu favor, en realidad era al azar a quien retabas, y no a
mí. Cuando eras consciente de ello, sí que le ponías la emoción.
Lo
tuviste más fácil para moverte en el tablero de juego. Te lo pensabas muy bien para hacerme caer en las casillas 19, la posada (2 turnos sin tirar), la 42, el
laberinto (retroceder al 30) o la 52 (tres turnos para que me rescatasen). Me
mantenías retenida en aquellas figuras del juego que servían para justificar
que yo debía esperar y tu avanzar, invariablemente a tu capricho. Recuerdo cada
vez que me decías adiós, satisfecho, cuando llegabas a la 59, pasabas por
delante de mí, que acababa de caer en la 58, la casilla de la calavera, que me
obligaba a volver al principio. El azar tenía poco que ver con que te movieras
por las casillas 5, 14, 18…siempre ibas de "oca a oca y tiro porque me toca”. Todo estaba estudiado.
Entrabas
y salías de nuestro tablero como y cuando querías. Para ello tenías que hacerme retroceder o esperar en alguno de los recuadros desagradables. No tuviste
inconveniente en ignorar a quién dejabas atrás, cada dos por tres.
Jugaba
a la oca por pura rutina, por la dependencia que crea el juego de dominio y ser dominado, porque creía que era lo que me había tocado en suerte y nada podía
hacer para cambiar mi vida. Así que adquirí sin querer este hábito absurdo
de estar siempre en la sombra. La alegría de los niños me compensaba en algunas
ocasiones. En otras, luchaba por combatir la tristeza y la desidia, que me
arrastraban a ese lugar oscuro y sin esperanzas de la casilla 31, el pozo.
Podría
haber abandonado ese juego de esperas, mentiras y engaños, pero no lo hice, e
intenté ser feliz en el infierno de promesas incumplidas en aquel pasatiempo. Necesitaba
creer que alguna sería cierta, y tal vez, la vida menos amarga.
Pero
llegó un día, en el que el azar hizo que aparecieran en mis dados el 6, el
número que llevó mi ficha directa al puente. De forma imprevista, mi boca
pronunció “de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente” y con un
entusiasmo impropio en mí, avancé hasta la casilla 12. Iba embalada y nada me
detendría. En algunas tiradas más llegué a la 63, el jardín de la oca, la
última ficha del juego.
Me
sentí eufórica, pero no por haber ganado. Mi felicidad apareció cuando descubrí
que, desde el puente, la corriente me deslizaba a donde yo deseaba llegar, y en
el viaje observé que la dirección del agua impedía dar marcha atrás. “Hacia
delante” me dije. Había tomado la primera decisión, la que te ayuda a encontrar
la salida del laberinto y a comprobar que las sombras se desvanecen si consigues
llegar donde está la luz.
La
paradoja está en que cuando abandoné el juego, en cada decisión que tomaba, me
repetía a mí misma “es mi turno” y daba un paso adelante que me acercaba cada
vez más a mis sueños, a mis metas y a la alegría de tener los ojos bien
abiertos. Con un puntapié, lancé muy lejos aquel maldito juego que me atrapaba
y me enviaba del laberinto al 30. Este movimiento tan simple de mi pie, resultó
ser el acto más revolucionario de mi vida y el que me devolvió la sensatez y la
coherencia.
Amo
la paz, pero te animo a mirar de frente y dar un puntapié a todo aquello que te atrape el deseo de algo diferente, el amor o la dignidad.
José Téllez Gavilán
Rosario
He estado callada por mucho tiempo, he
sido una mujer de silencios, solo con las flores hablaba.
Mi mundo era la cocina y aquel
pequeño patio donde me refugiaba en la compañía de mis flores, siempre callada
y sabía que había perdido el norte, bien podía haber sido una estatua de ojos
vacíos.
Todo era silencio, silencio y silencio, hasta que me acostumbre al
silencio de las estrellas y la luna.Entonces descubrí que en el silencio de la poesía existían voces que me
hablaban y comencé a inventarme a mi
misma; la que podía ahora pensar por mi misma, la que reía y lloraba sin que
nadie me lo ordenara.
Y escuché el sonido de las olas, allá abajo en el puerto y la llamada
del barco y descubrí que había un mundo de sonidos mas allá de mi patio
y... me marché
Juan Emilio Ríos Vera
POR EL MERO
HECHO DE SER MUJER
Ella, por el mero hecho de ser
niña, no podía estudiar las maravillas de la Naturaleza ni mucho menos las
delicias de la Cultura y el Arte. Siempre en casa, para ella estaba asignado
una vida rutinaria que solo estaba orientada al cuidado de la casa y de sus
hermanos menores y recibir las explicaciones de su madre acerca de cómo ser en
un futuro bastante cercano ya una buena esposa y una excelente madre.
No podía ir a la escuela, pues la
ley de su país no lo permitía, por ello, tuvo que pedirle a su hermano menor,
que le prestara por las noches su libro de lectura y que le diera algunas
lecciones sobre escritura y ortografía. En ellos encontró las maravillas que le
negaban.
La poesía pronto le apasionó y tras
leer todos los poemas que figuraban en los escasos libros a su alcance logró
escribir sus primeras estrofas llenas de anhelos y utopías.
Se convirtió en una gran escritora
que escribía solo para sus ojos. Escribió poemas y cuentos para niños, libros
de viajes imaginarios e historias de amor que protagonizaban otros.
Y un buen día una bocanada de aire
llegó al país y un gobierno más moderno y progresista se hizo cargo de la
nación y entre sus muchas revoluciones le dio a la mujer la posibilidad de
trabajar y de estudiar y ella, con lágrimas en los ojos, consiguió impartir
clases en una academia y consiguió estudiar en la Universidad las materias que
tanto le apasionaban, pero a las que no había podido tener acceso.
Ayudó en su aula a muchos hombres
que antes la habían despreciado.
Ella se hizo a sí misma. Y ahora se
siente señora, dama, reina, diosa… mujer nada más ni nada menos.
Juana Andrades
SIGUE
TU CAMINO
La chica estaba en la calle medio vestida y
desorientada, por lo que la hice entrar en casa. De su nariz y de la comisura
de sus labios manaba sangre. Ni siquiera le pregunté qué le ocurría, no era la
primera vez que oía peleas y palabras malsonantes en el piso de arriba. Con mi
gesto quise decirle: yo te creo.La ayudé en lo que pude. Aquella noche, la instalé
en el cuarto de mi hijo que estaba estudiando fuera y le dije que quizás
debería llamar a sus padres. Ella al principio se mostró reacia diciendo que
sería algo pasajero, sin embargo, cuando más tarde, escuchó que él aporreaba mi
puerta y maldecía de nuevo, no dudó en llamarlos.
Al día siguiente, se despidió
dándome las gracias entre sollozos. Yo me quedé con el corazón encogido, pero
contenta porque por fin se iba lejos de aquel tipo.
De esta historia hace ya unos diez
años. Hoy he vuelto a recordar a mi vecina porque en las noticias ha salido su
exmarido. Por lo visto se volvió a casar y trataba igual a su nueva esposa.
Esta no tuvo tanta suerte como mi amiga. Ella no pudo escapar a tiempo y
apareció asesinada en la puerta del colegio de su hija.
Rezo para que algún día dejen de
ocurrir estos sucesos y nos demos cuenta de que nadie es mejor que nadie. Solo
somos personas y como tales debemos convivir y respetarnos. Si algo no nos
conviene o nos disgusta, solo debemos decir: sigue tu camino que yo seguiré el
mío. Tan fácil como eso.
Hombres y mujeres somos iguales y
como tales hemos de convivir.
Mamen Sanz Trelles
No es una película clase B
Temblaba emocionada cuando se enrollaron. Era el chico
más carismático del Instituto: atractivo, deportista, simpático. Todas sus
compañeras andaban tras él.
Bueno, todas no. Alexandra,
la capitana del equipo de balonmano de Bachillerato, le advirtió que era un
posesivo.
« Eso lo dice porque fue él quien la dejó. Está
acostumbrada a ser la que corta; Josué es muy abierto». —Y sonrió embobada.
María, su rival en matemáticas, también la avisó. Huyó a
tiempo de esa relación cuando la empezó a acosar si salía sin él.
—«Envidia,
eso es lo que me tiene, siempre ha sido así. Nunca consigue quitarme la
matrícula de honor, y ahora esto».
Rocío, su hermana, le fue con historias sobre él con
tintes de violencia sexual que las víctimas callaban por vergüenza.
—«No
pueden ser verdad, él sería incapaz de usar la fuerza. ¡Es todo ternura!».—le
reprochó
Dejó de hablarle y se cambió de dormitorio.
Temblaba asustada cuando la sacó a empujones de la fiesta
de una amiga: —«¡No lo he avisado, pobre! , ¡qué mal rato le he dado!».
Temblaba el día que le levantó el puño y se lo estampó en
el hombro después de decirle puta. Un error, iba para su mandíbula. —«¡Lo que
lloró arrepentido!, y yo más, por ponerme aquellos shorts» —recordaba.
Dejó de temblar para siempre cuando su cuerpo se desplomó
con la cabeza reventada, después de que él la estampara una y otra vez contra el
muro del Instituto. Habían quedado después de clase para celebrar que le habían
concedido una beca para estudiar fuera.
Temblaba la madre de Josué mientras se afanaba en
maquillar las magulladuras de la cara.
—«Me
las he ganado, soy la culpable de que mi hijo esté detenido».
Mª del Carmen Guerrero Pérez
Bofetadas
invisibles
Ella
esperaba junto a la ventana, eran las siete. No
sabía cómo llegaría hoy su marido, el que, en un tiempo pasado, había sido el amor de su vida. Recibía,
día tras días, bofetadas invisibles que no dejaban marcas evidentes en los
demás, pero si una profunda huella en su corazón, autoestima y valía. Bofetadas
como “tú no vales nada”, “eres un despojo”, “todo lo que eres es gracias a mí”
y silencios permanentes de indiferencia.
Ella
callaba, sabía que era mejor así.
Si
el día era bueno, él se comportaba como el amor que ella conoció y se confiaba
con fe ciega, con la esperanza de que él había cambiado, hasta que volvía la
bofetada, limpia, seca y sin dejar marca patente. Su
corazón, su autoestima y su seguridad en sí misma, estaban profundamente
quebrantados.
Pero
ese día sería diferente.
Ella
esperaba junto a la ventana con una pequeña maleta, dónde había depositado sus
sueños, sus ilusiones y una nueva vida por empezar. Cuando
la puerta se abrió, ella se plantó delante de él y con el temor reflejado en sus
ojos llorosos, le dijo que se marchaba. Él
comenzó con su retahíla de insultos, pero esta vez ella no escuchó.
Salió de la casa y no miró hacia
atrás. Solo llevaba un ligero equipaje, pero no necesitaba nada más, su nueva
vida había comenzado.
Pilar Fdez. de Torres
LO QUE NO ERES
Cuando te rompes por dentro, crees
que todo está acabado, que nada puedes hacer, que la mujer que fuiste se
esfumó. Sientes el abismo de la depresión cómo te corroe, cómo las entrañas van
quedándose vacías. Ves que el mundo que un día intentaste crear, ha quedado
suspendido en la nube más alta, inalcanzable.
Cosas ajenas a tu voluntad pasan por
tu piel, por tus ojos, por tu vida y crees que nada puedes hacer. Oyes voces
que te dicen que lo que callas, lo que recibes y lo que sientes es así, porque
sí. Nada entiendes, nada haces, solo llorar tu destino, convenciéndote que es
mejor callar. Sufres en silencio en el rincón de tu alcoba. Esperas una tregua
que nunca llega.
Piensas “es lo que único que me
queda, que me dejan”. Y lo haces por puro instinto, por supervivencia, porque
sabes que lo que pasa por tu mente es inviolable. Ahí eres libre, no eres presa
de nada ni de nadie. No eres carne para el depredador.
Los días y las horas pasan y ves que
cada minuto de tu vida se evapora, y te das
cuenta que tu voluntad quedó anulada aquel día que sentiste en tu piel el
“primer beso negro”. Un beso, sobre las cicatrices, que aún arden en tu alma.
Soy tu conciencia y hoy vengo a
darte claridad, a llenarte de brisa fresca, a despertarte de tu mal sueño, a
darte esa tregua que tanto ansías y que te mereces. Vengo a alentarte que
existe un mañana y un destino, sí, ese que sembraste en tu infancia en un mundo
de flores y que es hora de cosechar. Vengo a
convencerte que sí se puede porque no estás sola. Vengo a grabarte en tu mente, lo que no eres: No eres olvido, no eres marioneta, no
eres sombra.
Levanta tus manos y coge las mías,
me quedo contigo para ayudarte a lidiar con los demonios de este infierno maldito. Juntas lo conseguiremos.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Gabreila Hefele
Eliminación de la Violencia contra Mujeres
El Noviembre 25 es el día de las mujeres maltratadas, también nombrado "el día naranja“, porque
este color simboliza "Atención – peligro – alto“.
Desde 1999 este día es un día internacional de la ONU y hay muchos eventos en todo el mundo, entre el 25 de
noviembre y 10 de diciembre, día de los derechos humanos.
En 2004 España se aprobó una ley especial contra la
violencia de género, porque en el tiempo de
Franco un hombre no sufría las consecuencias
jurídicas si mataba a su mujer infiel. Hoy el gobierno y muchas
organizaciones quieren sensibilizar a la sociedad con la
intención de aumentar
la protección de las mujeres que sufrían malos tratos por parte de sus parejas
y ex-parejas como violencia física, violación, actos sexuales forzados,
explotación sexual, acoso, acecho, esclavitud, mutilación genital, matrimonio infantil, matrimonio forzado
maltrato psicológico, violación conyugal, femenicidio.
Hasta noviembre de 2022, los hombres
mataron a 78 mujeres, ninguna en Galicia, Asturia ni Cantabria, pero la mayoría
en Andalucía. ¿Por sus raíces árabes? Solo unos días atrás un jeque de Quatar
explicaba la ley de velo para mujeres como si fuera un “regalo empaquetado”.
Pero en Irán los mujeres ahora se quitan
sus velos y arriesgan a torturas y muertes. También muchos hombres
del Irán, y mujeres de muchas países, ayudan a las protestas de las mujeres en el Irán.
Nosotras, las mujeres conformamos un 52
por ciento y somos mayoría en el mundo pero sufrimos del patriarcado y muchas veces, de una educación falsa.
Yo, por ejemplo, he sido educada por una madre emancipada, y participé en un curso de
autodefensa. Este último produce seguridad en una misma y puedo aconsejarlo a todas
las mujeres.