Próximamente la entrevista del mes de enero 2024, en nuestro canal de Youtube:
https://www.youtube.com/@PALABREANDOCONNURIARUIZ
O en la página de este blog:
https://www.palabreandotallerescritura.com/p/palabreando-con-entrevistas.html
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ÚLTIMA PLAZA. Una conexión a la semana. Los miércoles a las 6 de la tarde. Comienzo el 7 de febrero. Duración 6 meses.
TEMARIO:
• Por qué se escribe
• Recomendaciones para iniciarse en la escritura
• Técnicas narrativas
• Claves del proceso creativo
• La inspiración
• Tipo de narradores
• Tipos de personajes
• Tipos de personajes
• Construcción de los personajes
• Tipos de ambientes
• Diálogo y acotaciones
• Estilo directo e indirecto
• Mostrar y contar
• Géneros literarios: negro, infantil, romántico, de viajes, el diario, erótico, monólogo interior, surrealismo…
TRABAJOS:
• En cada taller aprenderemos un temario y se pondrá un ejercicio semanal, que consistirá en la creación de un relato que se mandará por mail durante la semana. La tutora lo corrige y se leerá en el siguiente taller.
• De vez en cuando trabajaremos la escritura automática en directo, en el taller.
FIN DEL TALLER:
• Entrega de diploma de participación
• Entrega de un librito con los mejores relatos.
Podéis leer y ver la entrevista en este enlace:
La alumna del nivel I de relatos, Claudia Strauss, nos regala para finalizar el año este maravilloso relato navideño con un toque muy personal.
El primer párrafo del relato pertenece al último, de la página 27 del relato, Con los ojos del alma, publicado en mi libro, Mujeres. A partir de ahí, la alumna creará un relato de Navidad, que nada tiene que ver con el tema del mío.
Esto es uno de los ejercicios que practicamos en los talleres. Y se crean historias fantásticas como estas:
Fiestas a solas
El sonido la sobresaltó. Por unos
segundos no supo dónde estaba y su casa de repente se convirtió en una inmensa
jungla de plantas verdes y árboles enmarañados que se reían de ella.
Tuvo dificultades para despabilarse. Se había dormido en la hamaca ubicada en el jardín. Se detuvo para pensar dónde estaba, qué día y qué hora era. Hacía mucho tiempo que no se había dormido así de profundo.
Miró su reloj y comprobó que era la una de la tarde y recordó que solo faltaban unas horas para Navidad. Se sentía muy reconfortada, había recuperado buena parte de su sueño.
Todo empezó cuando Sylvina vio una pequeña caja en el escritorio de su marido. Sin pensarlo lo abrió, había unos pendientes de plata y diamantes en forma de un copo de nieve. Nunca en sus años de casados, Sylvina había recibido un regalo de este tipo de su esposo, siempre le regalaba algo para la cocina o para la casa.
Este descubrimiento fue el principio del fin. Ya se lo veía venir. Pero el sentimiento de indignación se convirtió en alivio. Este era un paso a la libertad. Lo que siguió fue el divorcio, la venta de la casa y la mudanza a la finca que había heredado de sus padres, todo en el mismo año. Es como si se hubiese quitado un peso de encima. Estas navidades pensaba pasarlas sola. Sin el estrés de preocuparse de la comida y de los invitados. La única invitada iba a ser ella.
Cuando se recobró no supo, en un principio, con qué relacionar el sonido. “¿Habrá sido la puerta?” Se preguntó. Se sentía muy alterada. Eso le pasaba cuando no sabía relacionar una cosa con la otra. Dio un salto y se encontró descalza sobre la terracota del patio. Se dirigió al interior de la casa. Titubeó un segundo antes de abrir la puerta de entrada. Abrió y no vio persona alguna. Se puso de puntillas para mirar a un lado y a otro. Dio un paso hacia adelante y se tropezó con una caja.
“¿Y eso?”
Lo primero que miró fue el destinatario. Sí, llevaba el nombre de ella. Remitente, no tenía. Se pasó la mano derecha por la boca como esforzándose a pensar, todavía no tenía la mente muy clara. En el primer momento no sabía si entrar la caja o no. Le venció la curiosidad y la llevó hacia adentro. La abrió y vio un contenido inesperado. En su interior se encontraba toda clase de comida: bebidas, charcutería, dulces y conservas. Parecía que alguien tenía muchas ganas de hacer regalos.
A las cinco de la tarde, alguien llamó
a la puerta.
“¿No era que yo quería pasar las fiestas sola?” Abrió y vio a su exvecina, María, en el escalón de la entrada con una maleta. Habían sido muy buenas amigas hasta que ella se mudó y no volvieron a tener contacto. La iba a llamar en algún momento pero no sentía la necesidad todavía.
—Hola, Sylvi, ¡qué
alegría verte de nuevo!
—Y… tú ¿qué haces aquí?
—le preguntó con una ceja levantada y dando un paso hacia atrás.
—¿Has recibido el paquete que te mandé? —le dijo sin hacer caso a la pregunta anterior.
—Sí.
—¡Qué bien! —le contestó con una sonrisa más dulce que
la miel de su pote.
—¡Ajá! ¿No me digas que tú me mandaste todo esto?
—Sí, no quería que pasaras las fiestas sin mí después de tanto tiempo sin vernos. Con todo esto nos hacemos un festín y vengo a quedarme contigo. —María entró sin pedir permiso y se fue hacia la cocina.
Sylvina no sabía cómo salir de su asombro. Si
algo deseaba era pasar las fiestas a solas en su refugio. No pensaba invitar a
nadie.
Media hora más tarde, sonó el timbre
de nuevo.
"¿Y ahora quién será?"
Abrió la puerta y vio a Carlota ante ella, su amiga de la infancia, que además de la maleta traía consigo dos bolsos repletos.
—¡Hola, corazón! Pensé que me
necesitabas para pasar las fiestas juntas. Hice un gran sacrificio para venir a
verte. ¡Qué pálida te ves! Te voy a cocinar una sopa de gallina —le dijo mientras le daba un pellizco
en la mejilla. Y entró sin mirar atrás.
“¡Oh, no!” —exclamó Sylvina para sus adentros, no solo por la visita de Carlota si no por la sopa de gallina. Y dio un
respiro profundo.
—Yo no te esperaba para nada. Estoy bien, bueeeno… Hasta hace un momento.
Carlota ni siquiera escuchó la respuesta y le dijo:
—Ayúdame con los bolsos, por favor,
traje de todo. ¡Así, cocinamos algo rico y pasaremos unas Navidades estupendas!
"Si lo dices tú" pensó con los ojos en blanco.
Sylvina mostró a Carlota dónde podía pasar la noche, cuando el timbre
sonó otra vez.
“¿Ahora quién será?”
Bajó las escaleras, se dirigió a la puerta, abrió y se encontró con Paula,
su prima. Iba cargada de bolsos y una maleta.
—Hola, mi querida Sylvina, pensé
hacerte compañía porque sé cómo se siente una en estas fiestas tan sola, porque como tú sabes también me separé hace un año.
—Hola, Paula —le dijo de mala gana.
—Pero ¿qué te pasa, mi querida Sylvina?
¿No te alegras al verme? Tendrías que estar agradecida porque vengo a hacerte
compañía, en vez de pasar las fiestas con las tías.
—Eeem… entra. Lo único que vas a tener
que dormir en el sofá, porque ya tengo las habitaciones ocupadas.
—¡Oh! Yo me
imaginaba que ibas a estar sola.
—No, no eres la única que pensó en hacerme compañía.
Sylvina no tuvo otra opción que olvidarse de su plan de pasar las fiestas
a solas. Lo único bueno era que no iba a tener que hacer la comida. Las
visitas estaban obsesionadas con preparar la comida de Navidad.
Después de las presentaciones, sus “invitadas” comenzaron a vaciar las
bolsas, sacar cacerolas de los armarios y, entre risas y copitas de vino dulce,
decidieron el menú. Sylvina las observaba desde el umbral de la puerta, como si
no fuera una escena real, como si estuviera viendo una película de Netflix.
Una vez preparada la mesa y todas acicaladas de fiesta, se sentaron a las
nueve de la noche para cenar. Sylvina seguía sin intervenir en las
conversaciones hasta que le llamó la atención algo de María.
—Oye, ¡qué bonitos tus pendientes!
—Gracias —contestó sonrojada su exvecina.
Sylvina no se quedó tranquila, porque eran los mismos pendientes que ella
había visto en la pequeña caja, en el escritorio de su exmarido, hacía un año.
—A mí me parece que la carne tiene mucha
sal —comentó Carlota
—A mí me parece perfecta —replicó Paula. —Yo siempre la hago así. A quién no le guste que no la coma.
El ambiente estaba tenso. Una, porque
Sylvina tenía su sospecha y otra, porque Carlota y Paula no se llevaban muy
bien.
A la hora de los postres, la situación
se tornó más tensa todavía.
—Oye, Carlota, yo creo que le pusiste
mucho café al tiramisú. —Recriminó Paula.
—No hay nada que reclamar, ¡está para
disfrutarlo sin fin! —le contestó Carlota con ironía.
Ni María, ni Sylvina intervinieron en
la discusión. Sylvina observaba a María en silencio. Esta se sentía incómoda todo el tiempo, porque se dio cuenta que no dejaba de mirar los pendientes y no
pudo probar casi ningún bocado.
—Sé quién te regalo estos pendientes,
María —le dijo con firmeza.
—Lo siento mucho Sylvina, yo no quería
que pasara eso.
—¡Sí, pero pasó! ¿Qué clase de amiga
eres?
Y se produjo un silencio que se podía
cortar con el mismo cuchillo del pavo.
—Lo siento mucho Sylvina, pero ya no
estamos juntos.
—¡A mí que me importa ya! Entonces, me necesitaste para no pasar sola las navidades, ¿no?
—Pero… no… Sylvina, escucha ... yo siempre quise contar…
Se levantó de la mesa y la dejó hablando sola. Esto fue el principio de una bola de nieve. Carlota y Paula, al instante, retomaron su discusión.
—Yo te dije que pusieras más …
—Siempre me ha salido bien así. Nunca
nadie se …
—Es que tu no tienes ni idea como
preparar …
—¡Me estas ofendiendo…!
—Y tú a mí. No tengo la necesidad de
pasar las ….
—¡Me voy!
—¡No, me voy yo!
Sylvina escuchó a medias la pelea de
ambas. En ese momento, se alejó. Se
volvió a su hamaca en el patio. La temperatura de esa noche invitaba a estar
afuera para disfrutar de las estrellas. Sonaron tres portazos seguidos y volvió
el silencio. Antes de cerrar los ojos observó varias estrellas fugaces.
Cuando se despertó miró a las plantas
y los árboles. Esta vez no se burlaban de ella, sino que mientras jugaban con
los primeros rayos del sol, le sonreían.
“Feliz Navidad, Sylvina” se dijo a sí misma, satisfecha.
En esta época tan especial, quiero desear a todos los participantes de Palabreando, taller de escritura y Palabreando, talleres de formación, una Feliz Navidad llena de alegría, paz y momentos inolvidables.
Que el espíritu navideño llene vuestros corazones de amor, esperanza y creatividad. Que este nuevo año que se acerca esté lleno de éxitos y nuevas oportunidades para seguir explorando el fascinante mundo de las palabras y la escritura.
¡Felices fiestas!
Vamos terminando el año y mis alumnos y alumnas del nivel 2 de creación de relatos han realizado un ejercicio de creación de un relato de forma cooperativa.
Aprender es algo que los alumnos hacen, y no algo que se les hace a ellos. El aprendizaje no es un encuentro deportivo al que uno puede asistir como espectador. Requiere la participación directa y activa de los estudiantes. Al igual que los alpinistas, los alumnos escalan más fácilmente las cimas del aprendizaje cuando lo hacen formando parte de un equipo cooperativo.
El aprendizaje cooperativo es el empleo didáctico de grupos reducidos en los que los alumnos trabajan juntos para maximizar su propio aprendizaje y el de los demás. Este método contrasta con el aprendizaje competitivo, en el que cada alumno trabaja en contra de los demás para alcanzar objetivos tales como una calificación de “10” que sólo uno o algunos pueden obtener, y con el aprendizaje individualista, en el que los estudiantes trabajan por su cuenta para lograr metas de aprendizaje desvinculadas de las de los demás alumnos.
Si a ello le sumamos el esfuerzo e implicación, el uso de las tecnologías y el fomento del espíritu de respeto y valoración crítica tanto del trabajo propio como ajeno, nos encontramos con una propuesta sencilla, completa y muy enriquecedora.
Espero lo disfrutéis tanto como lo he hecho yo. Se admiten comentarios.
RELATO
COOPERATIVO
Puente sobre aguas turbulentas
(Nuria Ruiz. Tutora. Fragmento del relato, Rita y el agarponi, del libro Mujeres.)
Ahora, las ventanas gimen suspiros por los
resquicios, las paredes congelan las sombras del pasado, la cama es un mausoleo
frío como invierno en un cementerio y Rita llora, muy bajito en un rincón,
sentada en el suelo con el trozo de papel amarillento entre sus dedos.
(Juan Antonio Almanado)
Levanta la cabeza, contempla el techo con la
mirada perdida y rememora los momentos felices con ella. Momentos que le
provocan un incisivo dolor en el pecho.
“Andrea… sabes… que… te amo… por encima de todo”.
Rita habla a solas con la voz rota, como si ella pudiera escucharla desde algún
lugar. Mientras, la imagina recostada sobre la
almohada, con el pelo revuelto, la sonrisa abierta y sus manos suaves
acariciándole el rostro. “¡Cuánto te echo de menos!”. Suspira profundo y, con
los ojos aún vidriosos, se dispone a releer por enésima vez. Es todo cuanto le
queda de ella y le hace sentir más cerca, a pesar de las luces y las sombras
que entraña la manoseada carta.
Mi amada Rita:
Quiero que
sepas que he sido muy feliz junto a ti, me has ofrecido tanta pasión, tanta
felicidad, tantos cuidados que, aunque viviera mil años, jamás podría
resarcirte. Sabes que te quiero más que a nada, ni a nadie en el mundo y eso
nunca cambiará. Sin embargo, es el momento de decirnos adiós. Ojalá nunca
hubiese necesitado escribir estas palabras de despedida, pero la vida no
siempre baila al son de nuestros corazones. Me gustaría las atesores con cariño
para que nuestro amor quede por siempre
grabado en el recuerdo. Te suplico que cumplas mis últimos deseos: Por favor no
estés triste, allí donde me dirijo seguro que me
tratarán bien. Rehaz tu vida lo antes posible y se feliz, porque tu felicidad
será la mía…
La mente, la garganta y los pulmones de Rita
requieren aire para poder continuar, se detiene unos segundos y respira hondo.
“Jamás podré amar a alguien cómo te he amado”. Vuelve
a hablarle al viento, convencida de que Andrea la escucha. Le es imposible sujetar
esa última lágrima tan amarga como la pena que le atormenta y, al resbalar por
sus mejillas, cae sobre las letras desdibujando la palabra amor.
(Mar Navarro)
Rita no para de darle vueltas a la cabeza,
Andrea había sido su único y verdadero amor. Mientras se seca las lágrimas
aprieta los puños, recuerda los momentos que pasaron juntas y lo que provocó su
ruptura. El teléfono suena de fondo…
La situación se volvió fría entre ambas cuando
la madre de Andrea cayó enferma y tuvo que volver al pueblo para cuidarla. Ella sufrió porque no aceptaban su condición
sexual, por las críticas y habladurías de la gente del entorno y por no
comprenderla. Llevaron al límite a Andrea, que con catorce años, hicieron que
su cabeza se desequilibrara. Su tía la entendía y se la llevó a vivir a la
ciudad. Fue un pilar importante para ella.
No quería abandonar a su madre, aunque había
sido cruel con ella toda su vida. La humillaba ante cualquiera con frases como:
“No vales para nada”, “eres un despojo”, “tú eres una mujer y vistes como un
hombre”…
A sus cincuenta años ya se sentía libre y sin
perjuicios. Pero al reencontrarse con su madre, se desató de nuevo la locura.
(Maribel
Sánchez)
Cuando Andrea llegó al pueblo a cuidar a la
madre, comprobó que el tiempo permanecía congelado en el reloj del antiguo campanario.
Comenzaron de nuevo las miradas despectivas, los desaires y las críticas
feroces.
A pesar de ser una mujer madura en apariencia,
dentro encerraba a una niña herida,
indefensa, rechazada por su propia familia y por todo el pueblo. Recordó que
fueron varios los intentos de suicidio en aquella época.
—Me dijo tu tía Paca que allí vivías con esa
mujer —dijo su madre devolviéndola a la realidad.
—¿Otra vez estamos con la misma monserga?
—Es que esa enfermedad tuya la curan en la capital.
—¿Pero de qué enfermedad hablas, mamá? —preguntó
airada.
Ya intentaron curarla de esa supuesta dolencia
cuando tenía catorce años, primero la llevaron a un psiquiatra que la atiborró
de pastillas. Sus inclinaciones sexuales persistían, así que la llevaron a una
curandera e intentaron sacarle el demonio del cuerpo. Le realizaron ceremonias
extrañas, la obligaron a beber muchos brebajes y aguantó desolada que su
familia la considerasen una aberración. Ese trato vejatorio le provocó crisis
de ansiedad y la llevó al primer intento
de suicidio.
Se sentía culpable, sucia e impotente y ahora,
en su madurez, volvían aquellas sensaciones, retumbaban en su cabeza los
antiguos comentarios de su madre: “Eres una marimacho”, “estamos en boca de la
gente por tu culpa”, “el mismo Satán se apoderó de ti”…
Comenzó a andar sin rumbo por las callejuelas, su
vida era una penosa espiral descendente que no parecía tener fondo. Con Rita se
sentía especial, amada y una mujer normal. Aun así le escribió una carta de
despedida. La llevó al correo. Se rindió, no tenía fuerzas para continuar su
lucha, sin ella su vida no tenía sentido. Seducida de nuevo por la muerte se
dirigió con firmeza a los acantilados.
La luz del crepúsculo bañaba el mar. Los golpes
sordos y acelerados de su corazón martilleaban sus costillas, el sudor corría
por su espalda, empapada por el miedo y la adrenalina. Se sentó y se puso sus
auriculares. Comenzó a sonar “Puente sobre aguas turbulentas”, con dolor
repetía algunos trozos, con la voz quebrada por la emoción: “Si alguna lágrima entristece tu sonrisa y
tus ooojos, si te faaaalta paaaz, cruuuza el pueeente sobre aguas turbulentas y
la encooontraaarás… Si te falta aaamor, si el doloooor te ahoga el alma y
apenas puedes respiraaaaar, cruza el puente …”
La noche latía como un organismo vivo. Las olas
embestían con ritmo las rocas, el olor a salitre penetró por sus fosas nasales,
respiró hondo, dio un paso hacia ese puente imaginario y se lanzó. Notó una
sensación de ahogo, para segundos después sentirse liberada. Un golpe seco. No hubo dolor,
solo oscuridad helada, pero poco a poco comenzó a vislumbrar una luz que
cobraba intensidad hasta volverse cegadora. Notó una mano cálida, la cara
difusa de un ángel, ruidos muy lejanos…
—¡Mi amor, despierta! ¡Estoy aquí! —dice Rita que había llegado
tras recibir la llamada de teléfono.
Andrea reconoce la voz y con torpeza intenta
dibujar una sonrisa.
—¡Oiga! ¡Me ha sonreído!
—Lleva unas semanas en coma, seguramente sean
movimientos involuntarios —responde la enfermera.
—¡Que no, que me ha mirado! ¡Apriétame la mano,
Andrea!
—¡Déjala
tranquila! Poco podemos hacer por ella ya, solo estar a su lado —contesta
la madre con un rosario entre las manos.
Andrea obedece, aprieta y pronuncia algo
ininteligible. Rita se inclina y pone el oído cerca de su boca. Entonces,
Andrea cruza, valiente, ese puente sobre las aguas turbulentas del miedo al
rechazo, a las críticas y a su madre.
Y, con total nitidez, dice: ”Te quiero, Rita”,
Desde los inicios de los talleres, he recopilado los errores más comunes entre los escritores novatos y las técnicas fundamentales que todo aspirante a narrador debe dominar. Este valioso compendio ha sido contrastado y enriquecido con información de otros talleres relevantes en los que he asistido a lo largo de los años.
Finalmente, Palabreando ha decidido plasmar toda esta experiencia en un libro, proporcionando a los amantes de la escritura una guía indispensable. El librito ofrece recomendaciones detalladas sobre la creación de relatos, abordando desde errores comunes hasta técnicas esenciales para cautivar a los lectores.
¿Cómo obtener tu ejemplar? Es fácil. Por un precio de lanzamiento increíblemente asequible, puedes tenerlo en tus manos y mejorar tu destreza narrativa. ¡Solo por 4€ puedes recibirlo en persona o por 5€, gastos de envío incluidos, a través del correo!
Es una edición limitada, así que asegúrate de obtener tu copia cuanto antes. Para adquirir tu librito, simplemente pincha en la imagen de arriba y se abrirá un correo electrónico. ¡Haz tu pedido ahora y eleva tu escritura al siguiente nivel!
Recuerda:
¡No te pierdas esta oportunidad de mejorar tus habilidades narrativas con Palabreando!
"Mi idea era escribir novelas, pero empecé a escribir cuentos porque era para lo único que podía hacerme tiempo. Entre las tareas de la casa y el cuidado de los chicos, nunca habría tenido tiempo de escribir una novela. Y después fue como si el formato del cuento, en realidad, una forma más bien inusual de cuento, por lo general una forma de relato bastante largo, fuese lo que quería hacer. Ese espacio alcanzaba para decir lo que quería decir. Y al principio fue difícil, porque la gente esperaba que el relato breve tuviera cierta extensión y no otra. Querían que fuese una historia corta, y mis historias eran bastante inusuales, ya que de alguna manera cuentan más y más cosas diferentes y no paran. Nunca sé, o al menos no suelo saber, la extensión que tendrá un relato. Pero no me asusto: le doy todo el espacio que necesite. De todos modos, no me importa si lo que estoy escribiendo en ese momento es un cuento, algo clasificado como cuento, u otra cosa. Es ficción y punto".
Nacido en Gaucín en 1956, García Corbacho pasó sus primeros años impregnándose de la belleza salvaje de su tierra natal. A lo largo de su vida, vivió en diferentes lugares, incluyendo Jimena de la Frontera y La Línea de la Concepción, donde completó sus estudios y trabajó como maestro.
En la entrevista, García Corbacho compartió sus sentimientos encontrados sobre su relación con el campo y la naturaleza, así como su lucha contra las injusticias sociales que presenció a lo largo de su vida. Su decisión de regresar a Gaucín en 1997, junto a su esposa e hija, marcó un punto de inflexión en su vida, llevándolo a una profunda reflexión y pasión por la escritura y la poesía.
Durante la entrevista, el poeta habló abiertamente sobre los temas personales y profesionales que han moldeado su obra. Desde sus primeros recuerdos en Gaucín hasta su experiencia como maestro y agricultor, García Corbacho reveló los momentos de inspiración detrás de cada uno de sus libros. Su última obra, "A cuarenta grados", se presenta como una exploración profunda y apasionada de la vida rural, llevando a los lectores a un viaje poético a través de los desafíos y las bellezas de la naturaleza.
En la entrevista, García Corbacho nos presenta además sus dos libros anteriores de poesía: "Versos desde el Sur", su primera obra; "Quiero Versarte", su segunda creación.
El video de la entrevista está disponible para ver en el canal de YouTube "Palabreando con..." a través del siguiente enlace:
Sumérgete en las palabras y emociones de Antonio García Corbacho mientras comparte su viaje de vida a través de la poesía, dejando una huella imborrable en el corazón de quienes lo escuchan.
La entrevista fue realizada por la periodista y escritora
Nuria Ruiz Fernandez, quien ha demostrado una vez más su habilidad para crear
un espacio íntimo donde los entrevistados pueden compartir sus historias más
profundas. Esta entrevista marca la segunda colaboración entre García Corbacho
y Ruiz Fernandez, consolidando su relación profesional y permitiendo a los
espectadores conocer al poeta desde una perspectiva completamente nueva.
Marguerite Duras
Los Almuerzos Literarios se hacen eco en los medios de comunicación.