POEMAS PREMIADOS EN EL V CONCURSO DE POESÍA SOTOGRANDE




1er. premio de poesía. Tomás Mielke. Estepona

CANCIÓN DEL MAQUINISTA DEL MAR 

  

                      I.         

 

Qué gran soledad,  

qué amarga tristeza 

bulle en los pechos 

de las olas 

hasta la eternidad. 

 

                     II.         

 

En los amaneceres 

y en los puertos,  

hasta las lejanas américas,  

yo nací 

con la sal en la frente. 

 

                    III.         

 

"El Maquinista Del Mar"  

me llaman allá donde voy 

porque en cada puerto  

me espera 

un desamor que amar.  

 

                  IV.         

 

Ni marinero en tierra 

ni soy poeta bohemio, 

soy maquinista del mar, 

trovador 

de las escolleras. 

 

                   V.         

 

Allá en los fríos arrecifes 

cuelgan todas mis lágrimas,  

carnaza de mis aventuras 

y amores 

para canciones tristes.  

 

 

                  VI.         

 

Qué soledad enorme, 

qué tristeza placentera 

cantan las sirenas a solas 

para mí 

en las tormentosas noches. 

 

                 VII.         

 

Saldré de esta cárcel, 

de la tierra salada 

como del cielo desierto, 

con júbilo 

para ser eterno errante. 

 

                VIII.         

 

Soy de los siete mares,  

de las tormentas oscuras,  

llevo por bandera negra 

mi corazón 

y el alma en un palangre.  

 

                  IX.         

 

Qué soledad me embarga, 

qué tristeza me aflige. 

hoy será el día para volver 

al mar 

y regalarle mis palabras. 

 

                   X.         

 

Y mis palabras llenas de olas, 

de vientos y bancos de arena, 

de desventuras y desamores, 

escucharlas 

podrás en cualquier caracola.  


 

2º. premio de poesía. Eugenio Barriola Armida.


“BINOMIO DE SAL” 

Mar soñado

Tengo soñado peces de colores

entre olas de cartón piedra azul,

caballitos de mar dorados

subiendo y bajando

al compás de las olas.

 

Niños nadando en un océano

de color turquesa eléctrico,

como molinos de viento,

navegando a salvo de temporales

y bajíos coralinos.

 

Tengo soñado al mando de mi nao,

un capitán infante

con uniforme de gala,

voceando órdenes al timonel

frente a un galeón pirata.

 

Un desfile de blancas gaviotas

y negros cormoranes,

colgados de un hilo invisible

dando vueltas y vueltas,

en mi onírico tío vivo marino.

 

Una sirena escarlata,

rompiendo las olas al aire,

marcando rumbo en la estela

del mascarón de proa y…

–puede que seas tú–.

  

El faro a mi favor

He venido aquí

solo a ver el mar,

-ciego como estaba-…

y tú pones las olas.

El cielo se despliega

con uniforme monótono,

olvidó poner las nubes…

y tú pones el color.

La barca sabia navega

consciente del salitre,

en su carena azul…

y tú pones el horizonte.

Los peces se bañan

brillando como gallardetes,

en la estela del lienzo turquesa…

y tú pones la espuma.

Una gaviota se posa

dueña del palo mayor,

por encima de la vela…

y tú pones los vientos.

Los rizos de la marea

arrugan el manto azul,

que la ventolera despereza…

y tú pones la tormenta.

Mi quilla fija el rumbo

con esquirlas de concha,

con el verde escaramujo…

y tú pones la isla.

El océano se hace infinito

en la bahía, los bajíos

en la playa, las arenas…

y tú pusiste el faro a mi favor.


3er. premio de poesía.Jesús Sánchez Ruiz. Sanlúcar de Barrameda

DIOS DE LOS MARES

  

Abuelo,

¡cuánto frío se pasa en la playa

cuando cae la noche fuera de tus brazos

y qué infierno no volverlos a sentir!

 Ojalá plegaras tus velas y me acompañaras,

aunque sea una última noche,

pero eterna y plena.

 

No tengo fuerzas para desatar el nudo

que hiciste para amarrar tu barco,

tal vez a propósito,

para que no saliera a buscarte.

Anclado al más oscuro más allá,

como mi dicha al no sentirte cerca.

 

Cada vez que rozo el timón con la yema de mis dedos,

el viento me grita con su voz eléctrica y severa.

Atrae tormentas que empapan todo atisbo de esperanza

de que el invierno desenvaine su gélido arpón

y te libere, devolviéndote aquí conmigo.

El mar brama y me recuerda que no sé nadar en este oleaje

de tristeza que ahoga y engulle a mi duelo.

Me advierte de que, si parto,

me envolverá bajo su red inmensa y sombría.

Negra, como el color de este miedo mío que nace de tu ausencia.

Fría, como el acero de otros barcos que sucumbieron a sus encantos.

 

Intento cumplir con la promesa que te hice antes de que partieras,

de no hundirme en mi propio llanto, de remar fuerte

entre esta corriente de lágrimas salinas

y luchar bajo la tormenta.

¡Pero abuelo, es tan difícil!

 

Te juro que lo estoy intentando.

Me queda el consuelo de que, aunque la pesadilla no amaine,

sigues aquí conmigo achicando mis penas y abordando,

bravo capitán de navío,

a la soledad que lidera el motín en la cubierta de mi alma.

 

Esta mañana, la brisa del mar ha trepado por mi ventana

y me ha dicho que el viento de levante y de poniente se han reconciliado

y que se han besado delante de todos en el puerto.

No lo he podido ver, pero he podido sentirlo.

¿Lo has sentido tú también?

 

También me ha dicho que la niebla ya no sitia las casas,

que se ha aburrido de jugar a perseguir a los barcos,

y que han podido volver con miles de historias que contar.

Aún sigue tu leyenda aterrando a piratas y bucaneros.

Es esa misma brisa que me despertaba por las mañanas

para avisarme de que estabas al llegar.

Divisarte por encima de las olas, triunfante.

¡Oh, Dios poderoso y azote de los mares!

El puño hacia arriba tapando el sol en el horizonte,

esbozando la sonrisa de la victoria por las batallas

que ganaste a todos los monstruos

que no me dejaban dormir.

 

Todos los días me embarco en ese recuerdo.

Surco tu piel y me zambullo en tu pecho.

Pum, pum.

Escucho el mismísimo latido del mar.

Pum, pum.

 

No hay mapa del tesoro que no me lleve a tu regazo.

Solo aquí puedo nadar sin ahogarme.

Solo aquí hago pie.


1er. ACCÉSIT. Verónika Gau. La Línea

ASÍ ES

Dónde vais, gaviotas

volando entre mar y cielo

dibujando en el cielo azul-grisáceo y rojizo

del anochecer

mensajes de libertad.


Cuando mi corazón atormentado

busca calma en el mar

se funde con el ritmo de las olas

profundizando en el son de la tristeza

llorando lágrimas de liberación

me eleváis, gaviotas

me eleváis al cielo del atardecer

sacando el pesar de mi alma

revoloteando en el cielo

dejándome llena de vitalidad.


Así es, así es la vida

como las olas del mar

como el volar de las gaviotas

dibujando en el cielo azul-grisáceo y rojizo

del atardecer

mensajes de libertad

 


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